viernes, 7 de febrero de 2014

Conflicto vasco: ¿represión o negociación?*



Por: Jorge Fava


“La paz no se firma con amigos, sino con el
enemigo. Quien quiera la paz deberá ser
el primero en extender la mano”.
Isaac Rabin

"Bakea behar dugu" ("Necesitamos la paz")
Lema de una manifestación vasca


1.- Introducción

La escalada de violencia llevada adelante por la organización separatista vasca ETA (Euskadi Ta Askatasuna), luego de que decretara en diciembre de 1999 el fin de la tregua unilateral de catorce meses de duración, y la manifiesta impotencia del Estado español para prevenir y conjurar dichos actos de terrorismo, ha reavivado la polémica entre los sectores políticos proclives a una mayor represión (los partidos políticos denominados "españolistas" o no regionalistas, el gobernante Partido Popular y el opositor Partido Socialista Obrero Español) y los partidarios de reabrir un canal de negociación entre el grupo armado y el gobierno central (los nacionalistas vascos moderados Eusko Alkartasuna y Partido Nacionalista Vasco).

Inmerso en esta controversia política que tiene sus orígenes en la Declaración de Lizarra,[1] el 5 de septiembre de 2000 el jefe del gobierno español, José María Aznar, en declaraciones a la prensa descartó de plano cualquier posibilidad de diálogo con ETA y aseguró que: "El día que la democracia dé la razón a los terroristas habrá clavado un puñal de muerte, no solamente a esta democracia sino a las demás democracias".[2] En línea con este pensamiento, tres días después, el Consejo de Ministros aprobó un informe del Ministerio de Justicia español con el objeto de endurecer la legislación penal contra el terrorismo. La reforma legal contenía cuatro aspectos centrales: el primero aumentaba las penas por violencia en la vía pública y estaba concebido para poner un freno a la "kale borroka" (lucha callejera) de los grupos juveniles del entorno de ETA. Pero como los integrantes de la llamada "guerrilla urbana" son, en su gran mayoría, menores de edad, se avanzaba en una reforma de la Ley del Menor en la cual sería plausible de una pena máxima de hasta diez años el menor que cometa un acto de terrorismo. El segundo aspecto estaba referido al delito de "apología del terrorismo" y creaba una nueva figura legal que sanciona a un espectro más amplio de personas que "ensalcen el terrorismo". El tercero inhabilitaba para el ejercicio del cargo público a todo aquel que estuviera imputado de "apología del terrorismo". Y cuarto, se consideraban "atentados contra la autoridad" los actos realizados contra los concejales de cualquier ciudad.[3]

La respuesta de los nacionalistas vascos moderados a esta batería de medidas restrictivas llegó a través del entonces líder del PNV, Xabier Arzalluz, quien dijo que se trataba de "un apunte más de la política de adoquín de Aznar que sólo entiende la represión".[4]

El 12 de diciembre, el partido gobernante y el principal partido de oposición (PP y PSOE respectivamente), dieron un nuevo paso en esta dirección y firmaron el denominado "Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo", con el objeto de cohesionar tras de sí la lucha contra ETA. Este pacto antiterrorista, del que los partidos nacionalistas vascos fueron excluidos deliberadamente, fue presentado ante las demás fuerzas políticas como un hecho consumado al que posteriormente fueron invitadas a sumarse. Esta actitud bipartidista y sectaria generó fuertes críticas de los nacionalistas democráticos de Cataluña (Convergencia i Unió-CiU), País Vasco (PNV) y Galicia (Bloque Nacionalista Gallego-BNG), y el posterior rechazo del acuerdo.[5]

Las elecciones autonómicas realizadas el 13 de mayo de 2001, con una participación record que rondó el 80% de los vascos en condiciones de votar, dieron un fuerte respaldo popular a la posición negociadora de los nacionalistas moderados. Así, el PNV-EA, que venía siendo duramente cuestionado desde el poder central y la oposición española por su acercamiento a los independentistas luego de Lizarra, se impuso con un contundente 42,7% de los sufragios (33 escaños), contra un 23,0% del PP-UA (19 escaños) y un 17,8% de los socialistas PSE-EE (13 escaños). La coalición del nacionalismo radical Euskal Herritarok (EH), en parte por sus propios errores (la permanente negativa a condenar la violencia terrorista de ETA y la falta de una propuesta de diálogo), y en parte por el alto grado de polarización que caracterizó a estos comicios, fue el otro gran derrotado al conseguir sólo un 10,1% de los votos emitidos y sumar apenas siete escaños para el Parlamento autonómico, la mitad de los que había obtenido en 1998.[6]

Inesperadamente, cuatro meses después, el fuerte consenso negociador logrado en las elecciones regionales se vio severamente afectado en el contexto internacional por el mega atentado realizado el 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas del World Trade Center en New York y el Pentágono en Washington, donde murieron más de 3.000 personas. Este hecho bárbaro e impactante generó una reacción antiterrorista en la Unión Europa que fortaleció las posiciones represivas y derivó en la aprobación de una definición común del delito de terrorismo que hasta entonces sólo estaba presente en las legislaciones de seis de los quince países que integran la UE.[7] También se delinearon medidas de cooperación policial y de inteligencia y se elaboró una lista con las principales organizaciones terroristas, entre las cuales ETA y sus grupos afines constituyen objetivos primordiales.[8]

Alentado por esta nueva corriente antiterrorista, el 26 de agosto de 2002 el juez Baltasar Garzón[9] suspendió por tres años las actividades de Batasuna, brazo político de ETA.[10]  Finalmente, el 17 de marzo de 2003, en un fallo cuestionado por todo el arco político nacionalista vasco, el Tribunal Supremo español lo declaró ilegal y ordenó su disolución.[11]

2.- La vía correcta hacia una paz necesaria

Mientras las fuerzas democráticas, tanto españolistas como nacionalistas, confrontan sus respectivas visiones de la cuestión vasca en un debate que aún no ha traído la esencial claridad y urgencia que la actualidad impone, los atentados etarras desangran a los cargos políticos y de seguridad en sus niveles de menor responsabilidad institucional.

La naturaleza misma del conflicto está en discusión y dilucidarla correctamente no es un asunto menor. Para los nacionalistas la violencia etarra es un reflejo no deseado de un conflicto político irresuelto sobre el que es preciso dialogar, mientras que el gobierno central y las fuerzas constitucionalistas interpretan este enfrentamiento en términos estrictamente policiales, equiparando el accionar de ETA con el de una banda de simples criminales comunes sobre la que es dable aplicar toda la capacidad represiva del Estado. La visión de ETA como una organización cerrada sobre sí misma, cuya ultima ratio está comprometida con su autoperpetuación, le resta toda entidad política a su lucha y cierra el camino al diálogo. Construir un criterio común sobre el verdadero status del conflicto en el País Vasco se torna imprescindible para, desde allí, analizar y consensuar el proceder más conveniente para alcanzar la paz.

"Guernica" (1937) de Pablo Picasso, símbolo de la represión indiscriminada contra el pueblo vasco.

Si como el propio juez Baltasar Garzón lo reconoce: "la configuración actual de la organización terrorista no puede ser reducida al concepto de mera organización armada, sino que paulatinamente ha ido sumando elementos y ha conseguido crear un movimiento político que da sentido y explicación a sus postulados",[12] y cuya persistencia sólo es concebible por el apoyo que han venido recibiendo de una parte importante de la sociedad vasca,[13] podría ser un error que se pague muy caro el obstinarse con postulados equivocados.

Entonces, ¿qué hacer? El especialista español en terrorismo y antiterrorismo Fernando Reinares, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Burgos, advierte que "cualquier negociación entre las autoridades estatales y los dirigentes de un grupo terrorista entraña, entre otros riesgos, el de provocar múltiples consecuencias no deseadas o imprevistas. Por ejemplo, si un gobierno manifiesta públicamente su voluntad de entablar conversaciones de contenidos políticos con los insurgentes armados, tal actitud puede ser interpretada como signo de debilidad por parte del segmento intransigente de la organización clandestina implicada".[14] Mientras que, en  sentido contrario, la solicitud de apertura de negociaciones políticas por parte de los miembros de una organización armada podría entenderse como un reconocimiento del fracaso de la misma en la consecución de sus objetivos, lo que la pondría a un paso de la exigencia de una rendición incondicional por parte de los sectores duros del Estado. Ante este aparente agotamiento de las instancias de negociación, "caben, sin embargo, contactos exploratorios que, en determinadas circunstancias permitan apreciar la sensibilidad de los dirigentes de una organización terrorista hacia posibles iniciativas gubernamentales que, de llevarse a cabo, les afectarían a ellos mismos y a sus subordinados".[15]

Si bien puede argumentarse que el último intento de diálogo entre ETA y el gobierno central español culminó en un rotundo fracaso y dio pie a la posterior feroz ofensiva de los separatistas vascos, también existen entre los antecedentes cercanos logros importantes, como por ejemplo las negociaciones que llevaron en 1982 a la autodisolución de la organización armada ETApm (polimilis)[16] y la subsiguiente reinserción social de sus integrantes.[17] Pero para que esta posibilidad exista, aunque más no sea como una esperanzada expectativa, el gobierno debería mejorar el diálogo con los nacionalistas democráticos y comprometerse, aún corriendo algunos riesgos, a avanzar en este camino con el objeto de aislar a ETA y así obligarla a sentarse a una mesa de negociación donde la violencia ciega ya no contará como argumento político. La búsqueda de un consenso generalizado que incluya a todos los sectores proclives al diálogo, incluso del campo independentista vasco,[18] con el objeto de estigmatizar la injerencia en el espacio público de los violentos, limitará las posibilidades de que éstos disponen para ejercer su intemperancia, la que se alimenta -como se dijo- del significativo apoyo que aún encuentran en su base social. La "solución policial" con la que se halla comprometido el gobierno, más allá de algunos éxitos resonantes,[19] muy probablemente no logrará su cometido final y terminará haciéndole el juego a ETA.

3.- Conclusión

Pero, ¿es posible esperar la reiniciación de un proceso de diálogo? ¿Existe en este sentido una verdadera voluntad de ambas partes? Analicemos brevemente algunos antecedentes. Durante los 14 meses que duró la tregua unilateral de ETA, se produjo un sólo encuentro entre los representantes del gobierno y de la organización vasca, el que tuvo lugar en Zurich y duró apenas cuatro horas. El gobierno, tal vez informado de una cierta debilidad operativa de ETA, continuó persiguiendo durante la tregua a los miembros de la organización independentista y apostó a un "golpe de gracia" sobre la misma, lo que dio como resultado que en ese periodo de tiempo se detuviera a 49 etarras (19 en España y 30 en Francia). El caso extremo lo constituyó el arresto en el país galo de una dirigente de ETA que había concurrido a las conversaciones en Suiza.[20] Entonces, ¿fue la tregua una oportunidad desaprovechada por el ejecutivo español? Conjetura difícil de constatar en un contexto donde impera la lógica de la guerra y lo que se declara no siempre es lo que se pretende. Así vino a confirmarlo un comunicado posterior a los sucesos descriptos, en el que ETA confesó que el alto el fuego fue sólo una táctica que la organización utilizó para ganar tiempo y reconstituir su estructura militar, duramente golpeada por la represión estatal.[21]

Parece bastante obvio a esta altura de los acontecimientos, que la necesaria voluntad de diálogo para que la paz prospere esta ausente del imaginario político tanto de ETA como del gobierno español, y que una escalada represiva sólo podrá traer más muerte. De manera que el gran desafío de los demócratas, españoles y vascos, será quebrar esta dinámica imperativa de acción-represión-acción para que el conflicto vasco vuelva al campo de la política, único instrumento válido para superar antagonismos.



* Este artículo fue escrito en octubre de 2003 y se publica aquí por primera vez. Las opiniones en él vertidas responden a los acontecimientos en desarrollo en aquella etapa específica del conflicto vasco.
[1] También conocida como Pacto de Estella, fue firmado el 12 de septiembre de 1998 por  23 entidades del campo político y sindical vasco, entre ellas el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Herri Basatuna (HB), brazo político de ETA. Allí se propiciaba una salida negociada a la violencia terrorista similar a la iniciada ese mismo año en Irlanda del Norte, la que dio origen a la tregua unilateral de ETA.
[2] Diario Clarín, Buenos Aires, 06/09/2000.
[3] Diario Página/12, Buenos Aires, 09/09/2000.
[4] Ibídem.
[5] Diario Página/12, Buenos Aires, 13/12/2000.
[6] Datos extractados del diario La Nación, Buenos Aires, 14/05/2001.
[7] Diario Clarín. Buenos Aires, 07/12/2001.
[8] Diario Clarín. Buenos Aires, 29/12/2001.
[9] Este juez dirigió personalmente el 13 de septiembre de 2000, el denominado operativo "Lobo Negro" en el que la policía arrestó a 20 personas y desbarató la dirección de la estructura política de ETA en España (diario Clarín, Buenos Aires, 14/09/2000). El 10 de mayo de 2001, en una nueva embestida contra el nacionalismo radical vasco, Garzón declaró ilegal a la organización juvenil Haika por ser "un apéndice en la estructura de ETA" y principal cantera de comandos del grupo armado (diario Clarín, Buenos Aires, 11/05/2001).
[10] Diario Página/12, Buenos Aires, 27/08/2002.
[11] Diario Clarín, Buenos Aires, 18/03/2003.
[12] Diario Clarín, Buenos Aires, 14/09/2000.
[13] Consideración del sociólogo de la Universidad de Deusto, Javier Elzo, publicada en diario El País, Madrid, y reproducida por Página/12, Buenos Aires, 28/02/2000.
[14] Reinares, Francisco: Terrorismo y Antiterrorismo. Barcelona, 1998. Pág. 137.
[15] Reinares, F.: ob. cit., pág. 139.
[16] ETA político-militar y ETA militar se separaron en 1974.
[17] Los polimilis se reconvirtieron en partido político bajo el nombre de Euskadiko Eskerra (EE).
[18] El 8 de enero de 2001, el diario español El Mundo rebeló que dirigentes de la coalición electoral del radicalismo vasco Euskal Herritarok (EH), habían gestionado secretamente ante la dirección de ETA la declaración de una nueva tregua y cese del fuego que ésta desestimó (diario Clarín, Buenos Aires, 09/01/2001). Aquellas incipientes disidencias entre la corriente “Aralar” y los sectores más intransigentes se profundizó luego de los magros resultados obtenidos por la coalición electoral EH en las elecciones autonómicas del 13 de mayo y derivó finalmente en la autodisolución del brazo político de ETA, Herri Batasuna, reemplazado por una nueva formación denominada “Batasuna”, y la posterior escisión de la mencionada corriente interna (diario Página/12, Buenos Aires, 22/06/2001 y 07/07/2001).
[19] El 15 de septiembre de 2000, la policía francesa detuvo en Bidart al máximo jefe de ETA, Ignacio García Arregui (a) "Iñaki de Rentería"; y el 22 de febrero de 2001 hizo lo propio en la localidad de Anglet con otro conspicuo miembro de la dirección etarra, Francisco Javier García Gastelú (a) "Txapote" (diario Clarín, Buenos Aires, 16/09/2000 y 23/02/2001, respectivamente). En el año 2002, según el Ministerio del Interior, se detuvieron 20 terroristas más que en el 2001, que fue un período récord de capturas (diario Clarín, Buenos Aires, 05/01/2003). Otro duro golpe a la banda terrorista tuvo lugar el 8 de octubre de 2003: en un mega operativo franco-español se logró la detención de 34 integrantes de la nueva estructura de ETA, todos ellos provenientes de las organizaciones juveniles de la “guerrilla urbana” (diario Clarín, Buenos Aires, 09/10/2003).
[20] Diario Página/12, Buenos Aires, 16/09/2000.
[21] Diario Página/12, Buenos Aires, 02/05/2000.


CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:

FAVA, Jorge: 2014, “Conflicto vasco: ¿represión o negociación?”. Disponible en línea:<www.larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/
02/conflicto-vasco-represion-o-negociacion.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].