Por: Jorge Fava
“La paz no se
firma con amigos, sino con el
enemigo. Quien
quiera la paz deberá ser
el primero en
extender la mano”.
Isaac Rabin
"Bakea behar dugu" ("Necesitamos la paz")
Lema de una
manifestación vasca
1.- Introducción
La escalada de violencia llevada adelante por la
organización separatista vasca ETA (Euskadi Ta Askatasuna), luego de que
decretara en diciembre de 1999 el fin de la tregua unilateral de catorce meses
de duración, y la manifiesta impotencia del Estado español para prevenir y
conjurar dichos actos de terrorismo, ha reavivado la polémica entre los sectores
políticos proclives a una mayor represión (los partidos políticos denominados
"españolistas" o no regionalistas, el gobernante Partido Popular y el
opositor Partido Socialista Obrero Español) y los partidarios de reabrir un
canal de negociación entre el grupo armado y el gobierno central (los
nacionalistas vascos moderados Eusko Alkartasuna y Partido Nacionalista Vasco).
Inmerso en esta
controversia política que tiene sus orígenes en la Declaración de
Lizarra,[1] el 5 de septiembre
de 2000 el jefe del gobierno español, José María Aznar, en declaraciones a la
prensa descartó de plano cualquier posibilidad de diálogo con ETA y aseguró
que: "El día que la democracia dé la razón a los terroristas habrá clavado
un puñal de muerte, no solamente a esta democracia sino a las demás
democracias".[2] En línea con este
pensamiento, tres días después, el Consejo de Ministros aprobó un informe del
Ministerio de Justicia español con el objeto de endurecer la legislación penal
contra el terrorismo. La reforma legal contenía cuatro aspectos centrales: el
primero aumentaba las penas por violencia en la vía pública y estaba concebido
para poner un freno a la "kale borroka" (lucha callejera) de los
grupos juveniles del entorno de ETA. Pero como los integrantes de la llamada
"guerrilla urbana" son, en su gran mayoría, menores de edad, se
avanzaba en una reforma de la Ley
del Menor en la cual sería plausible de una pena máxima de hasta diez años el
menor que cometa un acto de terrorismo. El segundo aspecto estaba referido al delito
de "apología del terrorismo" y creaba una nueva figura legal que
sanciona a un espectro más amplio de personas que "ensalcen el
terrorismo". El tercero inhabilitaba para el ejercicio del cargo público a
todo aquel que estuviera imputado de "apología del terrorismo". Y
cuarto, se consideraban "atentados contra la autoridad" los actos
realizados contra los concejales de cualquier ciudad.[3]
La respuesta de
los nacionalistas vascos moderados a esta batería de medidas restrictivas llegó
a través del entonces líder del PNV, Xabier Arzalluz, quien dijo que se trataba
de "un apunte más de la política de adoquín de Aznar que sólo entiende la
represión".[4]
El 12 de
diciembre, el partido gobernante y el principal partido de oposición (PP y PSOE
respectivamente), dieron un nuevo paso en esta dirección y firmaron el
denominado "Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo", con
el objeto de cohesionar tras de sí la lucha contra ETA. Este pacto
antiterrorista, del que los partidos nacionalistas vascos fueron excluidos
deliberadamente, fue presentado ante las demás fuerzas políticas como un hecho
consumado al que posteriormente fueron invitadas a sumarse. Esta actitud
bipartidista y sectaria generó fuertes críticas de los nacionalistas
democráticos de Cataluña (Convergencia i Unió-CiU), País Vasco (PNV) y Galicia
(Bloque Nacionalista Gallego-BNG), y el posterior rechazo del acuerdo.[5]
Las elecciones
autonómicas realizadas el 13 de mayo de 2001, con una participación record que
rondó el 80% de los vascos en condiciones de votar, dieron un fuerte respaldo
popular a la posición negociadora de los nacionalistas moderados. Así, el
PNV-EA, que venía siendo duramente cuestionado desde el poder central y la
oposición española por su acercamiento a los independentistas luego de Lizarra,
se impuso con un contundente 42,7% de los sufragios (33 escaños), contra un
23,0% del PP-UA (19 escaños) y un 17,8% de los socialistas PSE-EE (13 escaños).
La coalición del nacionalismo radical Euskal Herritarok (EH), en parte por sus
propios errores (la permanente negativa a condenar la violencia terrorista de
ETA y la falta de una propuesta de diálogo), y en parte por el alto grado de
polarización que caracterizó a estos comicios, fue el otro gran derrotado al
conseguir sólo un 10,1% de los votos emitidos y sumar apenas siete escaños para
el Parlamento autonómico, la mitad de los que había obtenido en 1998.[6]
Inesperadamente,
cuatro meses después, el fuerte consenso negociador logrado en las elecciones
regionales se vio severamente afectado en el contexto internacional por el mega
atentado realizado el 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas del
World Trade Center en New York y el Pentágono en Washington, donde murieron más
de 3.000 personas. Este hecho bárbaro e impactante generó una reacción
antiterrorista en la
Unión Europa que fortaleció las posiciones represivas y
derivó en la aprobación de una definición común del delito de terrorismo que
hasta entonces sólo estaba presente en las legislaciones de seis de los quince países
que integran la UE.[7] Tambi én
se delinearon medidas de cooperación policial y de inteligencia y se elaboró
una lista con las principales organizaciones terroristas, entre las cuales ETA
y sus grupos afines constituyen objetivos primordiales.[8]
Alentado por esta
nueva corriente antiterrorista, el 26 de agosto de 2002 el juez Baltasar Garzón[9] suspendió por tres
años las actividades de Batasuna, brazo político de ETA.[10] Finalmente, el 17 de marzo de 2003, en un
fallo cuestionado por todo el arco político nacionalista vasco, el Tribunal
Supremo español lo declaró ilegal y ordenó su disolución.[11]
2.- La vía correcta hacia una paz necesaria
Mientras las
fuerzas democráticas, tanto españolistas como nacionalistas, confrontan sus
respectivas visiones de la cuestión vasca en un debate que aún no ha traído la
esencial claridad y urgencia que la actualidad impone, los atentados etarras
desangran a los cargos políticos y de seguridad en sus niveles de menor
responsabilidad institucional.
La naturaleza misma
del conflicto está en discusión y dilucidarla correctamente no es un asunto
menor. Para los nacionalistas la violencia etarra es un reflejo no deseado de
un conflicto político irresuelto sobre el que es preciso dialogar, mientras que
el gobierno central y las fuerzas constitucionalistas interpretan este
enfrentamiento en términos estrictamente policiales, equiparando el accionar de
ETA con el de una banda de simples criminales comunes sobre la que es dable
aplicar toda la capacidad represiva del Estado. La visión de ETA como una
organización cerrada sobre sí misma, cuya ultima
ratio está comprometida con su autoperpetuación, le resta toda entidad
política a su lucha y cierra el camino al diálogo. Construir un criterio común
sobre el verdadero status del conflicto en el País Vasco se torna
imprescindible para, desde allí, analizar y consensuar el proceder más
conveniente para alcanzar la paz.
"Guernica" (1937) de Pablo Picasso, símbolo de la represión indiscriminada contra el pueblo vasco. |
Si como el propio
juez Baltasar Garzón lo reconoce: "la configuración actual de la
organización terrorista no puede ser reducida al concepto de mera organización
armada, sino que paulatinamente ha ido sumando elementos y ha conseguido crear
un movimiento político que da sentido y explicación a sus postulados",[12] y cuya
persistencia sólo es concebible por el apoyo que han venido recibiendo de una
parte importante de la sociedad vasca,[13]
podría ser un error que se pague muy caro el obstinarse con postulados
equivocados.
Entonces, ¿qué
hacer? El especialista español en terrorismo y antiterrorismo Fernando
Reinares, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Burgos,
advierte que "cualquier negociación entre las autoridades estatales y los
dirigentes de un grupo terrorista entraña, entre otros riesgos, el de provocar
múltiples consecuencias no deseadas o imprevistas. Por ejemplo, si un gobierno
manifiesta públicamente su voluntad de entablar conversaciones de contenidos
políticos con los insurgentes armados, tal actitud puede ser interpretada como
signo de debilidad por parte del segmento intransigente de la organización
clandestina implicada".[14] Mientras que,
en sentido contrario, la solicitud de
apertura de negociaciones políticas por parte de los miembros de una
organización armada podría entenderse como un reconocimiento del fracaso de la
misma en la consecución de sus objetivos, lo que la pondría a un paso de la
exigencia de una rendición incondicional por parte de los sectores duros del
Estado. Ante este aparente agotamiento de las instancias de negociación,
"caben, sin embargo, contactos exploratorios que, en determinadas
circunstancias permitan apreciar la sensibilidad de los dirigentes de una
organización terrorista hacia posibles iniciativas gubernamentales que, de
llevarse a cabo, les afectarían a ellos mismos y a sus subordinados".[15]
Si bien puede argumentarse
que el último intento de diálogo entre ETA y el gobierno central español
culminó en un rotundo fracaso y dio pie a la posterior feroz ofensiva de los
separatistas vascos, también existen entre los antecedentes cercanos logros
importantes, como por ejemplo las negociaciones que llevaron en 1982 a la
autodisolución de la organización armada ETApm (polimilis)[16]
y la subsiguiente reinserción social de sus integrantes.[17]
Pero para que esta posibilidad exista, aunque más no sea como una esperanzada
expectativa, el gobierno debería mejorar el diálogo con los nacionalistas
democráticos y comprometerse, aún corriendo algunos riesgos, a avanzar en este
camino con el objeto de aislar a ETA y así obligarla a sentarse a una mesa de
negociación donde la violencia ciega ya no contará como argumento político. La
búsqueda de un consenso generalizado que incluya a todos los sectores proclives
al diálogo, incluso del campo independentista vasco,[18]
con el objeto de estigmatizar la injerencia en el espacio público de los
violentos, limitará las posibilidades de que éstos disponen para ejercer su
intemperancia, la que se alimenta -como se dijo- del significativo apoyo que
aún encuentran en su base social. La "solución policial" con la que
se halla comprometido el gobierno, más allá de algunos éxitos resonantes,[19] muy probablemente
no logrará su cometido final y terminará haciéndole el juego a ETA.
3.- Conclusión
Pero, ¿es posible
esperar la reiniciación de un proceso de diálogo? ¿Existe en este sentido una
verdadera voluntad de ambas partes? Analicemos brevemente algunos
antecedentes. Durante los 14 meses que duró la tregua unilateral de ETA, se
produjo un sólo encuentro entre los representantes del gobierno y de la
organización vasca, el que tuvo lugar en Zurich y duró apenas cuatro horas. El
gobierno, tal vez informado de una cierta debilidad operativa de ETA, continuó
persiguiendo durante la tregua a los miembros de la organización
independentista y apostó a un "golpe de gracia" sobre la misma, lo
que dio como resultado que en ese periodo de tiempo se detuviera a 49 etarras
(19 en España y 30 en Francia). El caso extremo lo constituyó el arresto en el
país galo de una dirigente de ETA que había concurrido a las conversaciones en
Suiza.[20] Entonces, ¿fue la
tregua una oportunidad desaprovechada por el ejecutivo español? Conjetura
difícil de constatar en un contexto donde impera la lógica de la guerra y lo
que se declara no siempre es lo que se pretende. Así vino a confirmarlo un
comunicado posterior a los sucesos descriptos, en el que ETA confesó que el
alto el fuego fue sólo una táctica que la organización utilizó para ganar
tiempo y reconstituir su estructura militar, duramente golpeada por la
represión estatal.[21]
Parece bastante
obvio a esta altura de los acontecimientos, que la necesaria voluntad de
diálogo para que la paz prospere esta ausente del imaginario político tanto de
ETA como del gobierno español, y que una escalada represiva sólo podrá traer
más muerte. De manera que el gran desafío de los demócratas, españoles y
vascos, será quebrar esta dinámica imperativa de acción-represión-acción para
que el conflicto vasco vuelva al campo de la política, único instrumento válido
para superar antagonismos.
*
Este artículo fue escrito en octubre de 2003 y se publica aquí por primera vez.
Las opiniones en él vertidas responden a los acontecimientos en desarrollo en
aquella etapa específica del conflicto vasco.
[1]
También conocida como Pacto de Estella, fue firmado el 12 de septiembre de 1998
por 23 entidades del campo político y
sindical vasco, entre ellas el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Herri
Basatuna (HB), brazo político de ETA. Allí se propiciaba una salida negociada a
la violencia terrorista similar a la iniciada ese mismo año en Irlanda del
Norte, la que dio origen a la tregua unilateral de ETA.
[2] Diario Clarín, Buenos
Aires, 06/09/2000.
[3] Diario Página/12, Buenos
Aires, 09/09/2000.
[4] Ibídem.
[5] Diario Página/12, Buenos
Aires, 13/12/2000.
[6] Datos extractados del
diario La Nación ,
Buenos Aires, 14/05/2001.
[7] Diario Clarín. Buenos
Aires, 07/12/2001.
[8] Diario Clarín. Buenos
Aires, 29/12/2001.
[9] Este
juez dirigió personalmente el 13 de septiembre de 2000, el denominado operativo
"Lobo Negro" en el que la policía arrestó a 20 personas y desbarató
la dirección de la estructura política de ETA en España (diario Clarín, Buenos
Aires, 14/09/2000). El 10 de mayo de 2001, en una nueva embestida contra el
nacionalismo radical vasco, Garzón declaró ilegal a la organización juvenil
Haika por ser "un apéndice en la estructura de ETA" y principal
cantera de comandos del grupo armado (diario Clarín, Buenos Aires, 11/05/2001).
[10] Diario Página/12, Buenos
Aires, 27/08/2002.
[11] Diario Clarín, Buenos
Aires, 18/03/2003.
[12] Diario Clarín, Buenos
Aires, 14/09/2000.
[13]
Consideración del sociólogo de la Universidad de Deusto, Javier Elzo, publicada en
diario El País, Madrid, y reproducida por Página/12, Buenos Aires, 28/02/2000.
[14] Reinares, Francisco:
Terrorismo y Antiterrorismo. Barcelona, 1998. Pág. 137.
[15] Reinares, F.: ob. cit.,
pág. 139.
[16] ETA
político-militar y ETA militar se separaron en 1974.
[17] Los
polimilis se reconvirtieron en partido político bajo el nombre de Euskadiko
Eskerra (EE).
[18] El 8
de enero de 2001, el diario español El Mundo rebeló que dirigentes de la
coalición electoral del radicalismo vasco Euskal Herritarok (EH), habían
gestionado secretamente ante la dirección de ETA la declaración de una nueva
tregua y cese del fuego que ésta desestimó (diario Clarín, Buenos Aires,
09/01/2001). Aquellas incipientes disidencias entre la corriente “Aralar” y los
sectores más intransigentes se profundizó luego de los magros resultados
obtenidos por la coalición electoral EH en las elecciones autonómicas del 13 de
mayo y derivó finalmente en la autodisolución del brazo político de ETA, Herri
Batasuna, reemplazado por una nueva formación denominada “Batasuna”, y la
posterior escisión de la mencionada corriente interna (diario Página/12, Buenos
Aires, 22/06/2001 y 07/07/2001).
[19] El
15 de septiembre de 2000, la policía francesa detuvo en Bidart al máximo jefe
de ETA, Ignacio García Arregui (a) "Iñaki de Rentería"; y el 22 de
febrero de 2001 hizo lo propio en la localidad de Anglet con otro conspicuo
miembro de la dirección etarra, Francisco Javier García Gastelú (a) "Txapote"
(diario Clarín, Buenos Aires, 16/09/2000 y 23/02/2001, respectivamente). En el
año 2002, según el Ministerio del Interior, se detuvieron 20 terroristas más
que en el 2001, que fue un período récord de capturas (diario Clarín, Buenos
Aires, 05/01/2003). Otro duro golpe a la banda terrorista tuvo lugar el 8 de
octubre de 2003: en un mega operativo franco-español se logró la detención de
34 integrantes de la nueva estructura de ETA, todos ellos provenientes de las
organizaciones juveniles de la “guerrilla urbana” (diario Clarín, Buenos Aires,
09/10/2003).
[20] Diario Página/12, Buenos
Aires, 16/09/2000.
[21] Diario Página/12, Buenos
Aires, 02/05/2000.
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
FAVA, Jorge: 2014, “Conflicto vasco: ¿represión o negociación?”. Disponible en línea:<www.larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/
02/conflicto-vasco-represion-o-negociacion.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].