Por: Jorge Fava
“Nos piden que hagamos letrinas de un metro de
profundidad, pero no
tenemos palas. Nos dicen
que no comamos
pescado, pero no tenemos
otra comida”.
Cacique Lescano.
Santa Victoria Este, Salta, Argentina.
1.- El origen
El vibrio cholerae
es una bacteria que reconoce su origen en la India , específicamente en el delta del Ganges,
donde se la conocía con los nombres de medsoneian
y widhama. Esta enfermedad, endémica
en aquel país, registra en su historial grandes epidemias tales como las de
1543, 1761, 1768 y 1783, con millares de muertos.
En 1817, una
epidemia de cólera iniciada en la
India , recorre al Asia completa. Posteriormente, en 1826,
entra en Europa extendiéndose por las márgenes del Volga. En los años 1831-32,
aparece en Inglaterra y desde allí se proyecta sobre la Europa continental:
Francia, Bélgica y Holanda son víctimas de dicha enfermedad. Al propio tiempo,
la emigración irlandesa hacia las costas de América transporta el vibrión
colérico a través del Atlántico, afectando a las ciudades de Quebec, Montreal y
Nueva York. Esta pandemia toca a su fin en el año 1829 con un saldo de muertes
gigantesco.
Al quedar expedita
la vía del Mar Rojo, el intercambio comercial entre Europa y la India reanuda y acelera la
expansión del cólera. Tres grandes epidemias conmueven a los países europeos,
trasladándose incluso hasta algunas regiones de América. La primera comenzó en
1826 y duró hasta 1838; la segunda en 1847 hasta 1851 y la tercera de 1852 a
1855; cada una de ellas con una característica particular. La primera se
prolongó en el tiempo, la segunda fue más potente y la última se propagó con
mayor velocidad.
En China, entre
los años 1918 y 1919, 500.000 personas murieron víctima de esta enfermedad. A la América del Sur ingresa en
1846, recalando en Brasil y Uruguay, en tanto que en la Argentina el cólera hace
su aparición en el año 1856 con un foco infeccioso muy reducido. En 1867,
afecta a las tropas acantonadas en Paraguay, algunas zonas del litoral, Rosario
y Buenos Aires, extendiéndose luego a las ciudades de Córdoba, Río Cuarto y
zona rural de la provincia, penetrando incluso en territorios en aquel entonces
ocupados por indígenas. En 1886, un brote epidémico de cólera afectó a las
provincias del noroeste causando la muerte de innumerable cantidad de seres
humanos, entre ellos aborígenes de los cuales no poseemos estadísticas.
Los denominados
“grupos de riesgo”, a los que pertenecen mayoritariamente los indígenas, y que
son aquellos más expuestos al contagio del cólera, reúnen tres características
básicas: no están correctamente alimentados, no tienen agua potable y carecen
de un sistema eficiente de cloacas. La falta de agua potable los obliga a
obtenerla de los ríos, madrejones u ojos de agua con el consiguiente riesgo de
contagio masivo, debido a que el vibrión sobrevive hasta 280 días en agua
neutra o ligeramente alcalina. Una persona necesita para contagiarse ingerir
entre diez mil millones y cien millones de bacterias por milímetro, porque la
alta acidez estomacal elimina con
eficacia a los vibriones, pero en los desnutridos o los aquejados por
enfermedades consuntivas la acidez estomacal desaparece, de tal manera que diez
mil bacterias por milímetro alcanzan para infectarse.
Las mujeres indígenas de El Impenetrable (Chaco, Argentina) deben caminar largas horas para obtener un agua de baja calidad (foto iagua.es). |
Otro factor
importante de contagio lo constituyen los portadores asintomáticos, ya que se
estima que por cada enfermo clínico hay siete u ocho portadores sanos, que
aunque no se enferman igualmente transmiten la enfermedad. La bacteria tiene un
período de incubación que va de los tres a los cinco días, pero una persona
puede llevar el vibrión en su interior durante un mes y no sufrir los síntomas,
o, en caso de que se aloje en la vesícula biliar, perdurar varios meses. En
tales condiciones, la movilidad poblacional de los trabajadores
extracomunitarios indígenas torna la situación en potencialmente explosiva. La
estrechez de las tierras que ocupan no les permite un desarrollo acorde a su
modelo étnico, obligándolos a emigrar temporalmente fuera de sus comunidades
aldeanas como fuerza de trabajo asalariada, en pésimas condiciones de
contratación. Los contactos entre diferentes grupos indígenas, derivados de
esta práctica laboral, acelera la expansión del cólera entre las etnias. En Argentina,
por ejemplo, los wichí salteños se encuentran actualmente en la recolección de
la banana en Salta, y en el invierno se trasladarán hacia la zona de
horticultura y cítricos de Jujuy, abriendo la posibilidad de la aparición de un
nuevo foco infeccioso.
Sin dudas, las
condiciones objetivas para la aparición del cólera están dadas por la situación
de pobreza extrema en que viven los pueblos indígenas latinoamericanos,
saqueados y superexplotados durante 500 años por un sistema económico de
acumulación que, hipócritamente, los marginó de los beneficios que ellos mismos
forjaron.
El panorama de la
pandemia de cólera en América Latina al 6 de febrero de 1992, es el siguiente:[1]
Perú: en este país el vibrión colérico hace su aparición por
primera vez entre el 2 y el 4 de febrero de 1991 en Chimbote. En los primeros
cinco días de declarada la emergencia hubo 12.000 infectados, de los cuales 86
fueron mortales. Al mes siguiente ya sumaban 45.000 casos y 193 muertes. Para
abril se presentaban 150 y 200 nuevos infectados por día. El total de casos
sumaba 120.000 y las muertes ascendían a 750. Las últimas informaciones de que
disponemos dan cifras escalofriantes: 285.438 infectados y 2.720 muertes.
Amazonia: según un informe del Comité Intersectorial del
Cólera (julio de 1991), en el departamento de Loreto, Perú, a tres meses de la
aparición del primer caso, fueron atendidas 3.885 personas y se registraron 180
fallecimientos. De llegar la epidemia de cólera al Alto Solimoes, Brasil,
20.000 indígenas de 64 comunidades estarán bajo peligro de contagio.
Bolivia: el 27 de agosto de 1991, un foco infeccioso se
declaró en este país, propagándose rápidamente a través del mismo. Hoy la
situación en el departamento de Cochabamba se ha tornado incontrolable, los casos
aumentan un 13% diario, lo que significa que cada 24 horas aparecen 60 nuevos
enfermos. Las últimas cifras oficiales que se conocen arrojan 800 casos y 37
muertes. Estos guarismos están puestos en duda, ya que según evidencia
acumulada, el gobierno boliviano estaría ocultando información porque afecta a
sus exportaciones de materias primas y alimentos.
Argentina: el día 5 de febrero de 1992, el Ministerio de
Salud y Acción Social de la
Nación reconoció la existencia de 45 infectados de cólera, de
los cuales 6 habían fallecido. Todos en áreas predominantemente indígenas. Al
día siguiente, los enfermos sumaban 100 y 9 los muertos. El 12 de mismo mes, se
produce el primer caso, también de origen indígena, en Yaví Chico, provincia de
Jujuy. Cantidad total de casos al 2 de marzo de 1992: 209 infectados y 11 muertos.
Ecuador: aparece el 4 de marzo de 1991, en una zona cercana
a la frontera con Perú. Total: 40.465 casos y 623 muertes.
Colombia: en Puerto Tumaco, localidad fronteriza con
Ecuador, se registra el primer caso de infección. Total de casos acumulados:
10.258, muertes 145.
Brasil: el 15 de abril de 1991, se conoce el primer caso en
territorio amazónico, cercano a Perú y Colombia. Total: 326 casos y 3 muertes.
Chile: fecha de ingreso 16 de abril de 1991. Total de casos:
49, muertes 2.
Venezuela: fecha de ingreso 16 de mayo de 1991. Total: 131
casos y 3 muertes.
México: fecha de ingreso 23 de junio de 1991. Total: 2.208
casos y 29 muertes.
Guatemala: fecha de ingreso 29 de julio de 1991. Total: 2.737
casos y 29 muertes. En este país la población aborigen, que es mayoría, se vio
severamente afectada.
Nicaragua: fecha de ingreso 11 de noviembre de 1991. Total:
1 caso y 0 muertes.
Honduras: total: 5 casos y 0 muertes.
El Salvador: total: 810 casos y 33 muertes.
Panamá: total: 924 casos y 22 muertes.
3.- Conclusión
El cólera fue
acertadamente denominado “la enfermedad de la pobreza”, es que ésta, y sólo
ésta, crea las condiciones necesarias para su aparición y posterior propagación
en progresión geométrica. En cambio, las explicaciones que buscan las causas de
la epidemia en modos y formas culturales supuestamente “primitivos”,[2] sólo pretenden justificar y/o disimular
una situación de oprobio que ya lleva en estas tierras de América cinco largos
siglos de existencia.
Entre tanto, los
gobiernos latinoamericanos tratan de paliar la situación trabajando
discordinadamente sin un criterio uniforme de admisión, tratamiento y
vigilancia, y con acciones que sólo apuntan a superar la coyuntura, con el
propósito de tener al cólera “controlado” dentro de la periferia.
Detallamos a
continuación un conjunto de directivas básicas a ejecutar en áreas indígenas:
Medidas de aplicación inmediata:
a) entubamiento de los desagües cloacales o construcción de
los mismos donde no los hay;
b) construcción de plantas potabilizadoras de agua y
controles permanentes de la calidad del agua en consumo;
c) mayor control sobre la higiene ambiental y habitacional
(esta fase es correlativa con las anteriores);
d) los trabajos sanitarios para enfrentar o prevenir la
epidemia de cólera en las comunidades indígenas debe contemplar y respetar las
disimilitudes étnicas, con el propósito de disminuir el impacto cultural y
obtener así resultados satisfactorios.
Medidas de aplicación mediata:
e) atención sanitaria periódica permanente en todas las
comunidades locales, con apoyatura en la medicina tradicional. Creación de
puestos sanitarios y formación de agentes sanitarios aborígenes con un adecuado
abastecimiento de fármacos;
f) entrega de tierras en cantidad y calidad suficientes para
un desarrollo acorde con sus necesidades económicas y socioculturales;
g) apoyo económico a programas de autodesarrollo con la
concesión de líneas de crédito especiales;
h) cobertura médico-asistencial para los trabajadores
extracomunitarios temporarios (“cosecheros golondrinas”) y concesión de
pensiones y/o jubilaciones a los discapacitados laboralmente y a los ancianos.
El cólera ha
delimitado en América Latina una vergonzosa geografía de miseria y marginación
con dramática precisión, en la que las áreas indígenas configuran sus fronteras
más visibles.
*
Publicado en el Boletín IWGIA. Nº 2.
Copenhague, abril/mayo/junio 1992. Págs. 47-49.
[1] En las cifras que se suministran no
se discrimina entre población indígena y no-indígena.
[2] Perú, mayoritariamente indígena y
por ende “primitivo”, nunca antes había sufrido una epidemia de cólera,
mientras la Europa
“civilizada” fue varias veces desvastada por esta enfermedad. Sólo hoy, con una
pobreza que se agiganta cada día más, producto de irracionales planes de
ajuste, el vibrio cholerae hace pie
en el país.
FUENTES:
Diarios de Buenos Aires:
Clarín: 06/02/92; 11/02/92; 12/02/92; 16/02/92; 18/02/92 y 02/03/92.
El Cronista: 10/02/92 y 14/02/92.
Página/12: 12/02/92.
Revistas y suplementos:
Acción: N° 612, 20 de febrero de 1992.
Ciencia y Técnica: suplemento del diario Clarín del 18/02/92.
Visión: 24 de julio de 1991.
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
FAVA,
Jorge: 2014 [1992], “El cólera en América Latina”. Disponible en línea: <www.larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/03/el-colera-en-america-latina.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].