Por: Jorge Fava
1.- Introducción
En el mes de febrero de 1995 tuvo lugar el conflicto
fronterizo entre Perú y Ecuador conocido como “La Guerra del Cóndor”, en
alusión al nombre de la cordillera amazónica donde se desarrollaron los
combates. A lo largo de estos 78 kilómetros en disputa y durante 20 días, los
pueblos indígenas asentados a ambos lados de la frontera fueron víctimas de una
red de intrigas y maniobras por parte de los ejércitos, tanto peruano como
ecuatoriano, que hoy, transcurridos más de cuatro años de aquellos eventos y en
el marco del reciente encuentro entre ambos presidentes,[1]
pretendemos repasar brevemente.
2.- Carne de cañón
Nadie que
conociera la compleja situación interétnica amazónica de aquella época, el
pensamiento político de las organizaciones indígenas, sus intereses comunes,
las reivindicaciones culturales, la problemática de las etnias que quedaron
divididas por fronteras nacionales y los eternos reclamos de sus tierras
ancestrales –usurpadas por colonos y empresas petroleras multinacionales
patrocinados por los Estados a ambos lados de la frontera-, etc., que los
pueblos indígenas llevan adelante ante los gobiernos de Perú y Ecuador, podía, sinceramente, creer
en la espontaneidad de los arranques “nacionalistas” que por aquellos tiempos
algunos líderes aborígenes manifestaron, en una guerra cuyas motivaciones eran,
cuanto menos, una “abstracción” para sus pueblos. ¿Qué se escondía, entonces,
detrás de estas contradictorias actitudes indígenas? Las leyes de
reclutamiento, más la manipulación e incentivación de viejas rivalidades
intertribales por parte de los ejércitos nacionales con el objeto de lograr la
participación indígena en el conflicto,[2] no sólo constituyó
un recurso despreciable, sino también una metodología altamente perjudicial
para las etnias participantes, ya que las mismas eran integradas en patrullas[3] que actuaban de
punta de lanza en las zonas más calientes del conflicto -el que en buena parte
de su desarrollo se había convertido en una guerra de guerrillas-,
transformando en consecuencia a las aldeas indias en objetivos militares en
extremo vulnerables.[4]
Patrullas shuar conocidas como "Iwias", Ecuador (foto forosperu.net). |
3.- Prensa y exotismo
Pero la que debió
ser la alternativa a tanto manejo informativo, es decir la prensa
independiente, se enredó -al menos buena parte de ella- en consideraciones
banales sobre el “exotismo” de los combatientes indígenas y sus prácticas
guerreras. Así, detallados dibujitos e interminables referencias a rituales tribales
–tergiversados la mayoría de ellos- con los que supuestamente los “brujos”
indios combatían a sus enemigos (peruanos o ecuatorianos, según sea el caso),
llenaron las páginas de los diarios tornando toda esa (des)información en un
epítome de lugares comunes tan estúpido e innecesario como la guerra que
pretendían relatar. Pero, ni una palabra fue escrita o dicha, por aquel
entonces, que apuntara a descifrar la gran hipocresía que detrás del
reclutamiento indígena se escondía, poniendo así en evidencia a aquellos que en
esa especial coyuntura llamaban “nuestros héroes” a los mismos indígenas que,
bajo el imperio de otras circunstancias, no pasarían de ser unos “ignorantes e
indolentes”, merecedores de todos los desprecios, injusticias y de la más descarnada
explotación.
A poco de
concluida la guerra, la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
(CONAIE) denunciaba los efectos devastadores que el conflicto había tenido
sobre las etnias shuar, achuar, siona, secoya, cofán, shiwiar y quichua,
asentadas en la zona de combate y reclamaba del Estado una urgente asistencia a
las comunidades indias que debieron trasladarse huyendo de la guerra.[5]
Pero, una vez
acallados los fusiles, el silencio, que en esta como en otras tantas ocasiones
es cómplice del olvido, tornó invisibles a los ojos de funcionarios, militares
y sociedad civil, a aquellos que, por
obra de las necesidades de la “Patria” (la de ellos), habían sido, aunque sólo
sea por 20 días, “nuestros héroes”.
* Publicado en
la revista Tesis 11 Internacional. Nº
48. Buenos Aires, sep-oct. 1999.
[1] Los
mandatarios de Perú, Alberto Fujimori, y de Ecuador, Jamil Mahuad, se
encontraron en Lima entre los días 12 y 14 de agosto de 1999, en la que fue la
primera reunión desde que los dos países firmaron la paz.
[2] Esta metodología registra
antecedentes en la lucha contrainsurgente en el Perú.
[3] Tal
era el caso de las patrullas shuar del Ecuador conocidas como “Iwias” (diablos
de la selva), o las patrullas de rastrillaje con participación indígena que,
según versiones, utilizaba el ejército peruano, algunas de ellas formadas sobre
la base de las militarizadas rondas de autodefensa –caso de los asháninkas-
entrenadas en la lucha antiguerrillera contra las organizaciones armadas de
Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
[4] Según
informes de fuentes militares ecuatorianas, la aviación peruana bombardeó una
aldea shuar ubicada en la línea de frontera (diario Clarín. Buenos Aires,
08/02/95).
[5] La Asociación de Derechos
Humanos, con sede en Quito, calculaba en más de 15.000 los desplazados por la
guerra, incluidos indígenas, en especial mujeres y niños, sólo en las dos
primeras semanas del conflicto (diario Clarín. Buenos Aires, 20/02/95).
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO:
FAVA,
Jorge: 2014 [1999], “Los indígenas en la Guerra del Cóndor. Entre la hipocresía y el olvido". Disponible en línea: <www.
larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/02/los-indigenas-en-la-guerra-del-condor.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].
larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/02/los-indigenas-en-la-guerra-del-condor.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].