Coliqueo,
descendiente del gran cacique araucano Caupolicán, nació en el año 1796 en
Huincul, zona de Boroa, en la provincia de Temuco (sur de Chile).
Aproximadamente en 1820 y a causa de la que se llamó “Guerra a Muerte” entre
patriotas y montoneros, en la que muchas tribus mapuches tomaron partido,
decide abandonar el país pasando a las pampas argentinas en una emigración en
masa. Salinas Grandes (provincia de La
Pampa ), Guaminí (provincia de Buenos Aires), Sierras de Puán
(provincia de Buenos Aires), Masallé (provincia de Buenos Aires), Laguna del
Cuero (provincia de Córdoba), Mar Chiquita (laguna de la provincia de Buenos
Aires), etc., fueron algunos de los asentamientos en donde pasara Coliqueo
algún tiempo de su existencia.[1]
Finalmente en el
año 1862, acompañado de su gente en número cercano a las 2.000 almas, se
instala en Los Toldos entre dos lagunas conocidas como “La Azotea o del Cementerio” y
laguna “La Salamanca ”,
comenzando a llevar allí una vida opuesta al nomadismo hasta ese entonces
dominante en su estilo de vida.[2]
Familia de Ignacio Coliqueo. Tapera de Díaz, Los Toldos, 1865 (foto D. Panunzi). |
Existen en la
provincia de Buenos Aires descendientes de otras tribus mapuches, pero como
unidades familiares nucleares o individuos aislados, que se cuentan en muy
reducida cantidad, racialmente puros algunos, mestizados la mayoría,
aculturados todos. Puede hallárselos poblando la planta urbana y/o en zonas
rurales del partido. Tal es el caso de los descendientes de los capitanejos de
la tribu de Pincén (de los pincenes y Nahuel Payún) en el campo de la
Cruz Alta , Junín;[3]
descendientes de Melinao en La
Barrancosa , Bragado; de Rondeau en 25 de Mayo; del
cacique Catriel en el partido de Azul y de Pincén en Trenque Lauquen.
Poblacionalmente
las 540 familias de Los Toldos, que totalizan unos 2.500 habitantes
aproximadamente, representan el 11,5% de la población total de aborígenes de
origen mapuche que existen en el país (según Censo Indígena Nacional, 1966-68).
En tanto que los mapuches representan el 14,4% de la totalidad de etnias que
sobreviven en la Argentina
(CIN, 1966-68).
La comunidad
Ignacio Coliqueo constituye dentro de la población del partido de General
Viamonte el 14,7% de un total de 16.971 habitantes, según Censo Nacional de
Población 1980 (INDEC).
La administración
está a cargo de la
Comisión Ignacio Coliqueo (CAIC), que se rige por estatutos
tomados de la
Asociación Indígena de la República Argentina
(AIRA) y está integrada por descendientes indígenas, entre ellos el Dr. Haroldo
Coliqueo, bisnieto del antiguo cacique. (Algunos sectores de la comunidad consideran a la CAIC como una instancia de carácter privado, sin una auténtica representación institucional de la misma.)
Con el
fallecimiento de Simón Coliqueo en el año 1902, finaliza para la tribu la era
de los cacicazgos.
Así, a través de
este informe preliminar, síntesis de un trabajo de campo más extenso,
conoceremos algunos de los detalles principales de la situación social actual
del último asentamiento aborigen de la provincia de Buenos Aires. Resultado
este de un genocidio feroz, que en un pasado no muy lejano se desatara contra
las tribus que habitaban sus pampas, en busca de la posesión de las tierras más
ricas del país, a costa de la sangre de sus primitivos ocupantes: los
mapu-ches, “gente de la tierra”.
De los 2.500
habitantes que tiene la comunidad aborigen Ignacio Coliqueo, solamente el 30%
del total es descendiente de indígenas mapuches por vía paterna o vía materna.
Se estima que unas 90 personas mantienen su pureza racial por ambas vías, tratándose
de ancianos en todos los casos.[4]
3.- Tierras
En 1866, y tras
reiterados pedidos por parte del cacique Ignacio Coliqueo, el gobierno del
general Mitre, siendo gobernador de la provincia Adolfo Alsina, le otorgó,
mediante la ley 474, 10.000 hectáreas de campo y posteriormente (ley 552 de
1868) 6.000 más, con la cláusula de no vender hasta pasados 10 años y previa
autorización del gobierno.[5]
De las 16.000
hectáreas originales encontramos hoy, transcurridos 118 años (4 generaciones),
que sólo el 30% está en posesión de descendientes directos de indígenas. Además
su explotación como unidad económica, entiéndase agrícolo-ganadera, es
insuficiente por tratarse de minifundios. El crecimiento de la familia original
de hace unos 100 años atrás y las subdivisiones por herencia, han reducido las
chacras a extensiones de explotación por debajo del nivel de subsistencia.
Estas tierras,
enclavadas en la zona noroeste de la provincia, en términos de aptitud
ecológica pueden considerarse en un 70 al 80% aptas para la explotación
agrícola y ganadera.
La tenencia de las
tierras es otro problema a resolver, ya que si bien los indígenas las ocupan,
sólo el 50% de ellos tienen títulos de propiedad de las mismas. Sucesiones
inconclusas y manejos espurios de títulos por parte de profesionales
inescrupulosos han provocado la pérdida de algunos de ellos. De todas maneras,
desde 1978 y de acuerdo a la ley 9.231 se comenzó la entrega de títulos de
propiedad, que se halla hoy retardada por falta de fondos para gastos de
agrimensura del gobierno provincial. En 1984 se efectuó la última entrega de
títulos, restando aún la cesión de aproximadamente 338 más.
La usurpación de territorio aborigen no es sólo historia, actualmente se verifican conflictos de esta naturaleza con abogados que tramitan la titularidad de la tierra de familias indígenas, que con el pretexto de falta de recursos financieros para el pago de impuestos y honorarios por parte de ellas, negocian los títulos. El denominado barrio “Los Eucaliptos” de Los Toldos, es el lugar de concentración de los migrantes comunales que han enajenado o perdido sus tierras por los motivos mencionados.
La circunscripción catastral II del partido de General Viamonte concentra las chacras que aún pertenecen a los indígenas de la comunidad "Ignacio Coliqueo". (Cartografía de Mapa Rural). |
Desde 1978 existe en la Municipalidad de Gral. Viamonte una oficina que está encargada de la entrega de tierras, a nivel del gobierno provincial a través de la Dirección de Geodesia y el Ministerio de Gobierno.
La nueva ley
23.302 Sobre Política Indígena y Apoyo a las Comunidades Aborígenes, promulgada
por el gobierno democrático (noviembre de 1985), pone un poco de orden en este
sentido, incorporando una cláusula de prohibición de venta de tierras indígenas
por un período extenso de tiempo.[6]
4.- Economía
Insertos en una
región de la provincia eminentemente agropecuaria y su tradición campesina a
partir de un acriollado sendentarismo; los modos de producción son fundamentalmente
agricolo-ganaderos. La crianza de animales grandes y pequeños junto con algunos
sembrados, constituyen la forma de explotación vigente en las chacras.
Algunos miembros
de la comunidad, principalmente los jóvenes, desempeñan trabajos en la ciudad
en oficios tales como: carpinteros, mecánicos, maquinistas, maestros,
tractoristas, policías, ferroviarios, etc. Otros, tal vez con mayores
posibilidades, han logrado montar sus propios comercios y empresas (ej.:
compañías de fumigación aérea, casa de venta de productos para el agro, etc.) o
se desempeñan como profesionales con títulos de nivel universitario.
5.- Salud
Las enfermedades
que afectan la salud de los integrantes de la comunidad, son las comunes a la
generalidad de las personas que habitan esta zona de la provincia.
El mal de chagas
aparece como una de las enfermedades más perjudiciales, a la vez que otras
faltan totalmente: tal es el caso de la diabetes, urea e hipertensión.
Los planes de
vacunación se cumplen normalmente, implementándose a través de las escuelas y
salud pública municipal. La atención médica se efectúa en el hospital zonal o
en alguna de las dos clínicas privadas que existen en la ciudad, disponiendo
algunas familias de cobertura médico-asistencial que cubre los gastos de la
visita médica.
El índice de
ancianidad es alto, debido tal vez a un fenómeno socioeconómico que acelera la
emigración de la juventud en busca de nuevos rumbos. Para la atención a la
tercera edad existe la granja hogar “Carmen Simón Coliqueo”, con capacidad
aproximada a las 85 personas en un predio de cinco hectáreas.
A pesar de la
potencial riqueza de las tierras, el flagelo de la desnutrición, aunque en
reducido número de casos, está presente; indicando una realidad de pobreza y marginación
no superada e inexistente en otros tiempos bajo el imperio de las pautas
culturales tradicionales.
Para la atención
de consultorio externo existen dos puestos sanitarios, a los que se suma la
congregación de las Hermanas de la
Caridad (llegadas desde Roma en 1968) que hacen trabajos de
enfermería o llevan los enfermos al hospital.
El alcoholismo es
otro de los viejos problemas que afectan a la comunidad. Una ordenanza
municipal, con intenciones de controlar el consumo, prohibió el expendio a
menores y fijó las 21 hs. como horario máximo permitido a la venta de bebidas
alcohólicas en los días laborables.
6.- Educación
Existen dispersos
en territorio de la comunidad cinco colegios provinciales con comedor, uno de
los cuales dispone de doble escolaridad y dos poseen jardín de infantes. Un
sexto colegio es una escuela hogar con capacidad de albergue para unos 250
niños, y por último una escuela de enseñanza diferenciada cuya capacidad oscila
en las 50 personas.
La concurrencia
escolar se estima alrededor de 550 alumnos de nivel primario, además de contar
con jóvenes cursando el secundario y otros de nivel terciario en la planta
urbana, viajando todos los días o instalados en pensiones; y en menor número
carreras universitarias fuera de la comunidad, en algunos de los centros de
altos estudios de importancia dentro del país.
El analfabetismo
se radica principalmente en la población adulta y anciana, que en tiempos
pasados no disponía de los centros de educación antes mencionados. De todas
maneras se está llevando a cabo, por parte de la CAIC , una tarea de
incentivación a la participación en algunos de los tres centros de
alfabetización que recientemente se han instalado en la comunidad, como parte
del Plan Nacional de Alfabetización que se está aplicando en la República.
Lamentablemente la
orientación de la educación no tiende a revalorizar la cultura tradicional del
pueblo mapuche, como así mismo su lengua ya prácticamente perdida, a excepción
de contados miembros que hoy la hablan con fluidez y otros que conocen y
entienden palabras sueltas. El castellano es el idioma de enseñanza y el que
habitualmente se utiliza dentro de la comunidad. El Dr. Haroldo Coliqueo se ha
empeñado en rescatar en lo posible el idioma mapuche, conjuntamente con el
Padre suizo Meinrado Hux, historiador y hablante de la lengua.
Anteriores
intentos de reconstrucción cultural a través de las artesanías, con maestros
araucanos traídos de los asentamientos del sur argentino, han caído en el
olvido por falta de recursos para continuar la tarea, vaciando de alumnos el
aula-taller que la comunidad posee.
Poco y
virtualmente nada saben hoy los jóvenes descendientes de los antiguos guerreros
del país de las araucarias, de su glorioso pasado, de su cultura espiritual y
ergológica y de sus valerosos caciques.
7.- Religión
Ignorantes de sus
viejas creencias y rogativas, el “Ngenechen” ya no rige los destinos sagrados
de la comunidad. Durante largo tiempo de contacto con la comunidad nacional, la
integración y con ella la deculturación, han borrado de las mentes de los
actuales habitantes de la tribu, no sólo su cultura, sino también su ancestral
fe. El terreno se abonó con el nuevo cielo y la Iglesia cosechó para sí el
alma de los paisanos.
El catolicismo es
el imperante aquí, aunque existen otras órdenes religiosas (evangelistas y
protestantes) realizando su trabajo de catequesis. Tres capillas
“estratégicamente” ubicadas reciben a los feligreses en su oficio dominical.
Los conflictos
religiosos que otras comunidades aborígenes experimentan, se hallan aquí
notablemente reducidos por largos años de transculturación, compulsiva en sus
inicios, y que hoy finalmente penetró en las nuevas generaciones criollas.
El último rito de
características indígenas (“nguillatún”) se celebró en la tribu en el año 1900,
con la presencia de la “machi” (sacerdotisa) Doña María Hortensia Roca, a quien
llamaban “Santa María”; que concluyó con la detención de los participantes y la
posterior expulsión de la machi de la tribu.[7]
8.- Situación socio-política
En la relación
interétnica, a pesar de la cotidiana convivencia de ambas sociedades en el
trabajo y otras actividades, quedan aún claros vestigios en la comunidad
nacional de racismo y desprecio social hacia los descendientes indígenas, con
preponderancia en los niveles más pudientes, quienes mantienen una actitud
reacia al trato, no aceptando el contacto más allá de lo imprescindible y
estrictamente necesario por cuestiones de contratación de mano de obra.
La situación se
manifiesta diferente en las capas sociales pobres, quienes comparten un destino
similar al del trabajador indígena (o mestizo). Concurren a las fiestas y
bailes que se organizan dentro de la tribu, mantienen relaciones de amistad y
consuman casamientos.
Las relaciones de
fricción se han distendido y son perceptibles las diferencias de trato y
convivencia en relación con apenas 20 años atrás. Con todo, algunas actitudes
de pobladores de la planta urbana manifiestan un rechazo subyacente hacia la
comunidad indígena.
El Dr. Haroldo
Coliqueo (nacido en Los Toldos en el año 1929 y graduado de médico en la Universidad de La Plata en 1956) desarrolla
por su parte una tarea de difusión y esclarecimiento con respecto a la tribu, a
través de un excelente audiovisual y posterior debate, en todas las ciudades a
las que se lo invita. En él refleja la realidad actual de su comunidad,
antecedida por una apretada síntesis histórica del origen y trashumancia de la
tribu por las pampas argentinas. Es autor además de un pequeño trabajo
titulado: “Los Toldos, raíces mapu-ches” (1985), que se vende en las librerías
y cuyos beneficios económicos están destinados al desarrollo de la comunidad
aborigen.
Participa junto a
otros representantes de etnias nativas argentinas en congresos de indigenismo
crítico.
Un serio problema
al que se enfrenta la comunidad Ignacio Coliqueo, es la migración de un estrato
de la sociedad comunal, fundamentalmente joven, de las chacras hacia los
centros poblados en busca de mejores oportunidades de trabajo y de vida. Esto
acelera el proceso de destribalización de la comunidad, cerrándole la puerta al
futuro.
La recientemente
promulgada ley 23.302 Sobre Política Indígena y Apoyo a las Comunidades
Aborígenes (año 1985), proyecto del senador nacional Fernando De La Rúa y otros (UCR), significa
un aporte importante a la sociedad india. Entre algunos de sus artículos se
sostiene la enseñanza en la lengua indígena materna en los tres primeros años
de educación escolar, continuándosela en bilingüe; revalorización de la
identidad histórico-cultural de la etnia, teoría y práctica del cooperativismo,
asistencia a la salud, titularidad de las tierras y otros ítems de
trascendencia.[8]
De creación
reciente es la
Comisión Municipal de la Comunidad Ignacio
Coliqueo, compuesta por el intendente del municipio y otros miembros del
ejecutivo, concejales de distintos bloques (UCR y PJ) y dos integrantes de la
comunidad aborigen.
Tiene previsto
esta comisión desarrollar tareas de apoyo y motivación en temas de educación,
producción agropecuaria, salud y otros.
La documentación
personal, de la que todos disponen, es un instrumento de ayuda en las
tramitaciones y reclamos territoriales que en forma individual las familias
realizan, aunque no suficiente para evitar la rapiña de tierras que el “huinca”
(blanco) con artimañas y sutilezas lleva adelante.
Se calcula en un
70% la presencia de personas extrañas a la comunidad con propiedad de tierras
originalmente indias, en las que efectúan tareas de explotación agrícola y/o
ganadera.
9.- Conclusión
La cuestión
indígena en la Argentina ,
como en toda América, encierra situaciones complejas y no pocos momentos
críticos. Lejos está la realidad de suponer al indio vencido, o peor aún,
desaparecido; los pueblos aborígenes luchan por su libertad y en la medida que
puedan ocupar el lugar que les corresponde en la sociedad global, harán un
aporte enriquecedor a la nacionalidad argentina desde su propia perspectiva y
valorización histórica. En la multiplicidad étnico-cultural radica la mayor
potencialidad de nuestra nación, desterrando hegemonismos retrógrados y
paternalismos de dominación encubierta. Puestos, blancos y cobrizos, en un
nivel de igualdad, las diferencias se trastocarán en suma de bienes y valores
que engrosarán nuestras experiencias, acercando “nuevas” -para nosotros-
soluciones a viejos problemas. Sólo se necesita la humildad mínima por parte de
la occidentalizada sociedad nacional, para comprender que más allá de sus
propios logros subyace otra realidad con connotaciones políticas, sociales,
económicas, religiosas y también científicas, con siglos de existencia y
probada eficacia (su perennidad así lo expresa).
Ignacio Coliqueo
debió decidir y decidió sin volver la vista atrás. Resignó las pautas
culturales de su gente para poder vivir en paz con el blanco y pagó un precio
demasiado alto, pero la subsistencia tiene también un elevado valor para
cualquier sociedad que la esté arriesgando. Nadie con seriedad puede hacer hoy
un juicio de valor histórico sobre la determinación del cacique, nadie que no
haya sentido con su piel y mirado con sus ojos podrá conocer las dudas y
aspiraciones del que fue llamado “indio amigo”.
La comunidad en la
actualidad ha logrado un mayor grado de desarrollo, si se la compara con las de
sus hermanos del norte o del sur, quienes viven en mayor precariedad y
marginación. De todas maneras serios problemas afectan a la tribu y la solución
de los mismos se torna urgente.
Analicemos sólo
algunos de ellos:
a) Titularidad de la tierra: la entrega de títulos, que
comenzó en 1978, sólo agravó la situación de disgregación comunal, debido a que
la cesión se hizo a individuos y no al conjunto, es decir, a la comunidad a
través de una personería jurídica. El campesino se encontró así, propietario de
una extensión de tierras insuficientes para la explotación y con la inédita
posibilidad de venderla, lo que hizo sin dudar. Los resultados fueron
negativos, aislándose de su medio natural y social y sin experimentar seguridad
económica a largo plazo, cuando no
rotundos fracasos. La correcta aplicación de la ley 23.302 puede constituir un
freno a este problema.
b) La necesidad de un mayor control y mejor asesoramiento
legal en la tramitación de títulos de propiedad de tierras, a fin de evitar
engaños y despojos.
c) La reducida extensión territorial de las chacras, que ya
mencionáramos, hace necesaria la organización de una explotación cooperativa de
los campos. Los logros que se consigan en este sentido, creando fuentes de trabajo
y riqueza, podría también disminuir la emigración de la juventud, abriendo una
perspectiva nueva hacia el futuro.
El trabajo en la
reconstrucción cultural del grupo, a través del idioma, artesanías, historia,
etc., es un tema principal en educación. El paso se daría, como alguna vez ya
se hizo, con maestros mapuches del sur del país; pero sin descuidar la
formación de docentes bilingües, descendientes de indígenas, para intentar esta
recuperación con un programa de educación adecuado, inserto en las escuelas de
la comunidad.
Tal vez los
“últimos” sobrevivientes se conviertan, en un devenir no muy lejano (el tiempo
les juega en contra) en “nuevos” procreadores de un modelo que, hundiendo sus
raíces en la fértil Mapú (Tierra), absorba toda la sabiduría de los viejos
caciques que en ella descansan.
Los Toldos, Buenos Aires
Agosto de 1986
*
Publicado en el Boletín IWGIA.
Volumen 6, Números 3-4. Copenhague, diciembre de 1986. Págs. 28-41. Artículo
revisado para la presente publicación. Las opiniones en él vertidas responden a la situación que se vivía en aquel momento en la Tribu toldense.
[1] HUX, Meinrado: Coliqueo, el Indio Amigo de Los Toldos.
Buenos Aires, 1972. Págs. 7-8, 10-11 y 50.
[2] Idem, pág. 65.
[3] HUX,
Meinrado: Los Toldos, carta al autor del 24/10/1988 y comunicación personal del
19/04/1989.
[4] Según el Dr. Haroldo
Coliqueo, comunicación personal, 1986.
[5] HUX, Meinrado: ob. cit., págs. 95 y ss.
[6] Publicada en el Boletín
Oficial el 12/11/85.
[7] HUX, Meinrado: ob. cit., págs. 261-264.
[8] Boletín Oficial: 12/11/85.
CÓMO CITAR
ESTE ARTÍCULO:
FAVA,
Jorge: 2014 [1986], “Los aborígenes de la provincia de Buenos Aires. Los últimos sobrevivientes". Disponible en línea: <www.
larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/02/los-aborigenes-de-la-provincia-de.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].
larevolucionseminal.blogspot.com.ar/2014/02/los-aborigenes-de-la-provincia-de.html>. [Fecha de la consulta: día/mes/año].